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30/8/10

LOS ALMORÁVIDES



Morabitos de ida y vuelta


Por Fernando Díaz Villanueva


Volvemos hoy donde nos habíamos quedado hace dos semanas. En la Castilla (y el León) del año 1085, con la morisma escocida por la pérdida de Toledo y Alfonso VI cabalgando junto sus recrecidas huestes por la ribera del Tajo. Pero este, siendo malo, no era el peor de los achaques, que padecía el Islam del siglo XI.    
Por aquel entonces en los confines occidentales del gran imperio islámico la fe se había relajado bastante. Pasados los primeros siglos de expansión, campañas victoriosas, conversiones en masa y conquista tras conquista, los fieles de lo que hoy es el Magreb y el tercio meridional de España, empezaron a pasarse el Corán y la ortodoxia religiosa por el arco del triunfo, que para algo antes de moros habían sido romanos.
Los alfaquíes, una especie de santones moros siempre observantes del cumplimiento de las buenas costumbres, observaban atónitos el proceso, al parecer irreversible, de decadencia moral y pasaron a la acción. Uno de ellos, Abdalá Ben Yasin, un contrito ulema maliquí muy estudiado en las madrasas, se puso a predicar por las ciudades del Atlas. Con muy poco éxito. La gente no le hacía demasiado caso y, como criticaba a los poderosos, terminaron echándolo a patadas. Buscó refugio en un "ribat" (fortaleza) bereber donde, poco a poco, con paciencia y un Corán, emulando al mismo Mahoma, se hizo con un pequeño grupo de incondicionales.


Al cabo de unos años de fanáticas prédicas en las que Yasin clamaba por la vuelta a la pureza del Islam original, ese grupo, al que llamaban Al-Murabitum (los hombres del ribat), creció sin cesar. Llegaron a ser tantos que Yasin se planteó la posibilidad de hacer con el sable lo que no había conseguido hacer con la lengua. Pero él era un simple ulema, un estudioso, un hombre de mezquita, cabezazo y ablución, así que buscó un militar, un tal Abu Bakr, para que llevase a buen puerto sus planes bélico-religiosos.


En el año 1036 los Al-Murabitum tomaron la ciudad de Sigilasa, que es por donde entraban las caravanas de camellos cargadas de oro africano. Contaba ya con las dos cosas que hacen falta para construir un imperio: voluntad de conquista y dinero que la financie. A Abu Bakr le sucedió su sobrino, Yusuf Ben Tasufin, que se encargó de someter todas las ciudades de Marruecos y de fundar una nueva, Marrakech, que sería la capital.
Los Al-Murabitum, o morabitos, que es como se les conocía a este lado de la frontera, observaban los preceptos del Corán al pie de la letra. Iban vestidos de negro riguroso, tapados de cabeza y pies con una abertura a la altura de los ojos. Llevaban una vida dura, consagrada a la guerra y a la oración sin dar cuartel en ninguna de las dos cosas.


Eran puritita virtud, justo lo contrario de los reyes moros españoles, que gobernaban las Ruinas de Medina Azaharataifas desde suntuosos alcázares dándose la vida padre, rodeados de cortesanos, poetas, músicos y bailarinas de los siete velos. Entregados a los placeres mundanos, bebían vino, mantenían concurridos harenes poblados por cristianas rubias y lustrosas y, para evitar los problemas, mandaban embajadas, oro y marfil a los usurpadores monarcas cristianos que, palmo a palmo de tierra, les habían birlado media Al-Andalus.
Allí, en la España arrebatada al Islam, a orillas del padre Tajo, saliendo a cazar por los montes cercanos cuando el día salía bueno y despachándose un cochinillo a solas en el alcázar cuando salía malo, vivía Alfonso VI de León y Castilla, hijo predilecto de la vieja estirpe goda que sólo tres siglos antes había salido en estampida para esconderse tras las montañas cantábricas. Alfonso era el hombre del momento, el español de moda, espada de herejes, martillo de Roma. Luz de Trento todavía no porque a Lutero le quedaba mucho para nacer y el concilio aún no se había convocado.


En el otro lado, en el de los perdedores, se encontraba el sevillano Al Mutamid. Era uno de esos reyes moros dedicados full time al harén, a la bodega y la poesía, pero angustiados por lo intratables que se habían puesto los cristianos desde que el califato se había ido al garete en el año 1031. Temiendo que Alfonso se armase de nuevo de valor y le diese por saltar sobre Sierra Morena y liquidar la taifa, pidió el auxilio de Ben Tasufin. Éste respondió capitaneando un gran ejército que, en la península, se uniría con los de Sevilla, Granada y Badajoz, que ya habían convocado por su cuenta la yihad desde todos los minaretes de Al Andalus.




En 1086, sólo un año después de la reconquista de Toledo, el ejército musulmán y el de Alfonso VI, se encontraron junto al Guadiana, en Sagrajas. La derrota cristiana fue absoluta. Los que quedaron huyeron despavoridos hacia el norte para defender Toledo de la previsible embestida islámica. Esta nunca se produjo. Poco después de la batalla Castillo de Aledo (Murcia)llegó hasta Badajoz la noticia de que el hijo de Tasufin acababa de morir en Ceuta. El victorioso general lo dejó todo para volver a África y la alianza islámica se disolvió tan rápido como se había formado.
Dos años después, repuesto del luto, Ben Tasufin estaba de vuelta en Al Andalus. Esta vez tenía pensado dar el golpe de gracia a Castilla en su flanco oriental, en el castillo de Aledo, un enclave cristiano en mitad de la taifa de Murcia desde donde se armaban expediciones de castigo contra las tierras musulmanas. En esta segunda ocasión Ben Yasufin se dio cuenta de dos cosas: que los cristianos no eran tan fáciles de vencer como creía, y que Al Andalus era un desastre con las taifas yendo cada una por su lado, peleándose continuamente y más proclives a fastidiar a la taifa de al lado pactando con los cristianos que a unirse por la reconstrucción del califato y la grandeza de Alá.


Como así no se iba a ninguna parte, decidió anexionarse Al Andalus entero. Se olvidó de los incordiosos cristianos y fue, uno a uno, conquistando todos los reinos moros incluyendo el de Baleares, que le pillaba un poco a trasmano. Algunos, caso de los moros de Albarracín, que eran duros como una piedra, se resistieron varios años hasta que, en 1110 toda la España musulmana volvió a estar unificada.


Los almorávides, "más feos que Satán" a decir del poeta, le dieron la vuelta a los degenerados usos sociales andalusíes. Se prohibió la música y la poesía, se persiguió a los judíos y a los pocos cristianos mozárabes que iban quedando. Las iglesias fueron derribadas, las vides arrasadas, los harenes menguados en tamaño y calidad. Los alfaquíes, antes ninguneados, recuperaron su papel de policías religiosos, de jueces y parte en todos los litigios. 




Cualquier desviación era severamente castigada, generalmente con la muerte por decapitación, a latigazos o mediante amputación de un miembro. Todo era, según decían, por estar a buenas con Alá, que sería quien en última instancia les daría la victoria sobre los infieles.
Pero los infieles no estaban por la labor de ceder ni un palmo de la tierra que les había costado tantos siglos recuperar. 


A pesar de todos sus esfuerzos, ni Ben Tasufin ni su heredero, Alí Ben Yusuf, pudieron nunca reconquistar Toledo y fueron completamente incapaces de sacar de Valencia a Rodrigo Díaz de Vivar, un caballero andante cuya figuraAlfonso el Batallador se había convertido en leyenda entre moros y cristianos. Obsesionados con la pétrea resistencia de los castellanos y los leoneses, se olvidaron de que, pegado a las faldas de los Pirineos, había otro reino cristiano bastante peleón, el de Aragón, que acababa de reconquistar Huesca.
Su rey, que también se llamaba Alfonso, el que "veynte nueve batallas vençió", aprovechó el despiste y se plantó delante de los muros de Zaragoza con intención de hacerla suya. Había conseguido una bula de Cruzada y el apoyo militar de Gascuña y de algunos condes catalanes. El sitio duró nueve meses hasta que el 18 de diciembre de 1118 la capital del Ebro cayó como una fruta madura. Más al sur, en la inmensa madrasa en la que se había convertido Al Andalus, lo que cayó en picado fue la popularidad del Gobierno almorávide.




Los morabitos, que tenían a mal traer a la gente con tanto celo religioso y tanto latigazo, no valían ni para conservar una de las principales plazas andalusíes. Dos años después de la caída de Zaragoza empezó la rebelión en la misma Córdoba. Alfonso de Aragón, envalentonado, se internó en territorio enemigo hasta Granada saqueando a su antojo y reclutando mozárabes por el camino que se llevó consigo para repoblar las fértiles vegas del Ebro. El poder almorávide se vino abajo con una rapidez pasmosa. Los que poco antes se paseaban victoriosos con sus prietas túnicas y sus cimitarras afiladas como el estoque de un torero, cruzaron el estrecho como alma que lleva el diablo.




Allí se encontraron con otros más fanáticos que ellos, los almohades, que se habían apoderado de Berbería defendiendo una visión de Islam aún más radical y rigorista. Los morabitos desaparecieron de la historia a la misma velocidad a la que habían llegado. Nadie les echó de menos.
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24/8/10

Maria de Molina, reina, reina y reina



Maria de MolinaMaría Alonso de Meneses, más conocida como María de Molina, era hija del infante Alfonso de Molina y de la tercera esposa de este, lo que la colocaba en el árbol genealógico como sobrina de Fernando III, el Santo.

En 1284 la muerte del rey la llevo a ser reina consorte de Sancho IV de Castilla. Esta fue la primera vez que fue reina. Al morir su marido, el rey, tuvo que ser reina regente ya que su hijo, el que sería Fernando IV, aún era menor de edad. Dos veces reina, la primera como reina consorte y la segunda como reina regente.

Pasado el tiempo, volvió a ser reina regente con su nieto, Alfonso XI. Como vemos, una mujer destinada a ser reina. Lo fue, de un modo u otro, durante tres etapas diferentes de su vida.
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23/8/10

Archienemigos de Roma. Corocotta, un héroe controvertido



Octava entrega de “Archienemigos de Roma“. Colaboración de Gabriel Castelló.





Hoy descubriremos un personaje singular de nuestra vieja Hispania. Pero, para entender mejor su origen y contexto, tendremos que empezar por lo más básico. Corocotta fue el líder cántabro más conocido durante las guerras que enfrentaron a este indómito pueblo con Roma.
Pero, ¿quiénes eran aquellos bárbaros asilvestrados que atemorizaban tanto a los pueblos indígenas de los llanos? Los cantabri habitaban la actual Cantabria y parte de Burgos, Asturias y País Vasco. Fueron mercenarios de élite con Aníbal Barca, gentes hoscas de las montañas y sus tierras brumosas son descritas por Catón el Viejo en sus Orígenes (195 a.C.) Me basaré en la definición que hizo el geógrafo Estrabón de aquellas gentes que tantos quebraderos de cabeza le ocasionaron a Augusto:
[…] Estos se alimentan, en dos tiempos del año, de bellota, secándola, moliéndola y haciendo pan de la harina. Forman bebida de cebada; tienen poco vino, y el que llega lo consumen luego en convites con los parientes. Usan manteca en lugar de aceite. Cenan sentados, dispuestos a este fin asientos en las paredes. La edad y la dignidad llevan los primeros lugares. Mientras se sirve la bebida bailan al son de gaita y de flauta.

Vístense todos de negro con sayos, de que forman cama, echándolos sobre jergón de hierbas. Tienen vasos de cera como los celtas, y las mujeres gastan ropas floridas o de color de rosa. En lugar de dinero conmutan una cosa por otra, o cortan algo de una lámina o plancha de plata. A los condenados a muerte los precipitan desde una roca, y a los parricidas los cubren de piedras fuera de sus términos o de sus ríos.

Los casamientos son al modo de los griegos; y a los enfermos los sacan al público, como los egipcios, a fin de tomar consejo de los que hayan sanado de semejante accidente.

La rusticidad y fiereza de sus costumbres proviene no sólo de las guerras, sino de vivir apartados de otras gentes, y faltando comunicación falta también sociedad y humanidad. Hoy se ha remediado algo por el trato con los romanos después de sujetarlos Augusto; pero los que tienen menos comunicación son más inhumanos, contribuyendo para ello la aspereza de los montes en que viven.
Lávanse con orines que dejan pudrir en las cisternas, y hombres y mujeres se limpian con ellos los dientes. Parécense a los celtas, a los de la Thracia y Scitia.

Las mujeres labran los campos, y cuando paren hacen acostar a los maridos y ellas les sirven. Cuéntase también en prueba de la demencia cantábrica que algunos, viéndose clavados en cruces por sus enemigos, cantaban alegremente, lo que indica fiereza. De una hierba semejante al apio forman un veneno activísimo que mata sin dolor, y lo tienen a la mano para usarlo en cualquier adversidad, especialmente por si daban en manos de romanos […]
Durante las dos guerras civiles, las tierras de los astures y cántabros quedaron fuera de las operaciones principales. Eran tierras bárbaras, aún fuera de los límites de la República, aunque sí se sabe que grupos de jinetes cántabros participaron en la guerra civil enrolados en las cohortes hispanas de los legados de Pompeyo durante la batalla de Ilerda (49 a.C.)
No sabemos el motivo exacto por el que Roma decidió intervenir militarmente en aquellas tierras frías e inhóspitas. En las fechas de la primera confrontación cántabra, 26 a.C., se produjo el nuevo reparto provincial de Hispania, desapareciendo la Ulterior y Citerior y creándose la Lusitania, Bética y Tarraconense. Asturia quedó bajo la influencia de Lusitania, mientras que Cantabria era jurisdicción de la Tarraconense, provincia gestionada por el nuevo princeps Augusto. Personalmente, pienso que el descubrimiento de las minas de oro de las Médulas (León) en plena tierra hostil y su consiguiente necesidad de explotación justificó movilizar legiones en el norte de Hispania. Además, la costumbre cántabra de saquear a sus vecinos sometidos a Roma cada verano originó el pretexto ideal para abrir las puertas del templo de Jano y justificar la campaña.


Pero vayamos a nuestro archienemigo de hoy: Corocotta. Todo alrededor de él es incierto, héroe nacional cántabro, azote de Roma, rebelde indómito y líder de masas. Esta es la imagen idealista que se tiene de él hoy en día en Cantabria. Pero hay grandes lagunas que conceden el beneficio de la duda sobre este personaje extraordinario:


Primera tesis: Caudillo cántabro oriundo, de nombre céltico. Según el hispanista alemán del siglo XIX Adoff Schulten – una auténtica eminencia en el pasado romano de Hispania – Corocotta unificó a las diversas tribus que habitaban las tierras cántabras (orgenomescos, vadinianos y concanos principalmente) y fue el líder de la resistencia desde el 26 al 19 a.C. Roma puso precio a su cabeza, para ser más exactos 200.000 sestercios (por buscar una equivalencia que ayude a entender su abultado montante, con un sestercio se cenaba y dormía en una mansio). Un día se presentó un bárbaro desaliñado ante Augusto con intención de cobrar la recompensa. El princeps le miró de soslayo y le preguntó dónde estaba el caudillo cántabro, a lo que el sujeto le contestó algo así como “Aquí me tienes, yo soy Corocotta; ahora págame lo que me debes”. Augusto, abrumado por semejante valentía, le dejó ir… y le pagó su recompensa.


Segunda tesis: Bandido norteafricano. Esta nueva teoría desdice a Schulten planteando ciertas dudas que harían quebrarse la versión oficial:
  1. Dion Casio no habla de él en sus crónicas de las Guerras Cántabras, sino bastante después, en un panegírico sobre la clemencia de Augusto.
  2. En dicho texto lo menciona como bandido en Hispania, no como un bandido hispano; ese simple detalle indica la procedencia extranjera del individuo.
  3. Cierto es que Augusto se pasó la mayor parte de la guerra en el pretorio de Tarraco; Su salud no era fuerte y sus médicos le aconsejaron reposo; Es difícil pensar en un caudillo cántabro cruzando una provincia romana en estado de guerra para cobrar una recompensa. Además, Dion Casio no habla en su crónica de ningún campamento consular o rendición por parte del cántabro, cosa que afirma Schulten sin ninguna evidencia contrastable.
  4. Obviamente, presentarse por su propia cuenta ante un magistrado de Roma reclamando una recompensa es más propio de un bandido que de un patriota idealista. No es una conducta muy lógica para un héroe de la resistencia indígena.
  5. Por último, Corocotta es la latinización de un nombre griego que define un conocido animal del norte de África – Krokóttas, el chacal – un nombre que encaja perfectamente con la personalidad de un pirata o gánster de la Antigüedad. Hay un documento de época tardía que se encontró cerca de Cartago en el que aparece un tal M. Grunio Corocotta; Puede que de esta provincia africana fuese originario nuestro hombre.
No se sabe nada de lo que le sucedió a Corocotta después de aquel encuentro con el hombre más poderoso de su tiempo, Augusto. La guerra concluyó en el 19 a.C. y los últimos hispanos irredentos no salieron bien parados; Así relata Dion Casio el resultado final de las guerras cántabras:
“De los cántabros no se cogieron muchos prisioneros; pues cuando desesperaron de su libertad no quisieron soportar más la vida, sino que incendiaron antes sus murallas, unos se degollaron, otros quisieron perecer en las mismas llamas, otros ingirieron un veneno de común acuerdo, de modo que la mayor y más belicosa parte de ellos pereció. Los astures, tan pronto como fueron rechazados de un lugar que asediaban, y vencidos después en batalla, no resistieron más y se sometieron en seguida”
Para quien sienta la llamada de Lug y quiera saber más de aquellos tiempos de leyenda, le recomiendo encarecidamente que se lea este verano “El Último Soldurio” de Javier Lorenzo, una fabulosa novela histórica cuyo protagonista es este hombre extraordinario, bandido o héroe, que fue capaz de incordiar todo un Imperio durante más de siete años.
Archienemigos de Roma. Corocotta, un héroe controvertido escrito por Javier Sanz en: Historias de la Historia

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21/8/10

Una Isabel lleva la fama y otra carda la lana



La pobre Isabel la Católica ha llevado la fama de mujer de poca higiene, o guarra, por la frase que se le atribuye:
prometió no cambiarse de camisa hasta que se conquistase Granada”
Hay que dejar claro que la higiene en la Edad Media era “escasa” pero esta frase no la pronunció Isabel la Católica sino otra Isabel, su bisnieta Isabel Clara Eugenia de Austria, hija de Felipe II. En 1598, Felipe II otorgó como dote a Isabel Clara Eugenia los Países Bajos españoles y el ducado de Borgoña en su próximo matrimonio con su primo hermano el archiduque Alberto de Austria (nieto de Carlos I de España).



En el contexto de la Guerra de Flandes, se produjo el sitio de Ostende (Bélgica). Fue un asedio de más de tres años de duración, de 1601 a 1604,  en el que los tercios del Imperio español cercaron y conquistaron la ciudad, defendida por las fuerzas de las Provincias Unidas de los Países Bajos con el apoyo de tropas inglesas. En este asedio es donde Isabel Clara Eugenia  pronunció la famosa frase:
prometió no cambiarse de camisa hasta que se tomase Ostende”. Y como hemos visto tardaron 3 años.
Una Isabel lleva la fama y otra carda la lana escrito por Javier Sanz en: Historias de la Historia

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20/8/10

La reina de Saba y su reino fabuloso



"La reina de Saba, al oír la fama de Salomón, vino para ponerlo a prueba con enigmas. Hizo su entrada en Jerusalén con un gran séquito y con camellos cargados de perfumes, oro y piedras preciosas en cantidad fabulosa. Salomón contestó a todas sus preguntas. Cuando la reina de Saba vio toda la sabiduría de Salomón, se quedó maravillada, y dijo al rey: Era verdad lo que había oído en mi país acerca de ti y tu sabiduría. Obsequió al rey con cuatro mil kilos de oro, perfumes y piedras preciosas en cantidad fabulosa."

CUMBRE ANCESTRAL
Así describe la Biblia una de las reuniones en la cumbre más misteriosa del mundo: un rey poderoso se ve puesto a prueba por una mujer que lo iguala en poder y riqueza. Aunque la Biblia no cita a la reina por su nombre, esta ha alimentado la fantasía durante milenios como ninguna otra mujer, pues era dueña de los más grandes tesoros de Oriente. Finalmente se convirtió en una leyenda rodeada de enigmas, según la cual los hombres fueron víctimas, uno tras otro, de su prestigio y su encanto. Con aire seductor y belleza exótica quedó perpetuada en la poesía y la pintura de la posteridad. Hasta en la filmografía de Hollywood se ha escenificado magníficamente este símbolo del erotismo. Pero ¿ha existido alguna vez la reina de Saba? ¿Es un simple invento de la Biblia para situar al rey Salomón en la perspectiva que interesa? ¿Cuándo reinó, cómo se llamaba, dónde estaba su reino?
La arqueología se halla todavía en el comienzo de una búsqueda emocionante, teniendo que verificar al dedillo los lugares, los tiempos y los acontecimientos. Según lo que sabemos hoy de las fuentes disponibles, la famosa visita diplomática obedecía menos a un romance regio que al deseo de potenciar las relaciones comerciales: una operación de trueque de productos de lujo por alimentos básicos que necesitaban urgentemente los habitantes del desierto arábigo y su reina.

¿ÁNGEL O DEMONIO?
La reina de Saba está envuelta en un misterioso secreto que tiene una doble interpretación. Cuentan que tenía una deformación en el pie, razón por la que en la Edad Media la pintaban a menudo con el pie zambo o equino, o incluso con pata de ganso, lo que la convertía en un engendro del diablo.
Leyendas judías describen cómo al llegar al palacio de Salomón la conducen por un suelo de vidrio. Ella cree que ha de atravesar el agua y se levanta el vestido y, aunque con este gesto enseña las piernas, el rey Salomón cede a sus encantos. De esta unión surgió, según la leyenda, el rey Nabucodonosor, que sería más tarde el temido soberano de Babilonia y destructor de Jerusalén.
Mientras que aquí la reina de Saba aparece como una seductora diabólica, ilustrando de este modo también el temor masculino a una mujer fuerte con atractivo sexual, en las leyendas cristianas la deformación del pie de la reina adquiere un tinte positivo: cuando la reina quiere cruzar el Quidron en el valle que separa el monte de los Olivos de Jerusalén, tiene una visión profética. Con las vigas de madera del puente fabricarán en su tiempo la cruz en la que morirá Jesucristo. Puesto que no quiere pisar las vigas, vadea el río, donde su diabólica y deforme pata de ganso se transforma en un pie de doncella. De este modo, la reina de Saba se convirtió en una profeta precoz de Cristo, el futuro redentor del mundo. En el islam aparece incluso como adepta de Alá.

EL MISTERIOSO PAÍS DE SABA
¿Es la reina de Saba un mero producto de la fantasía? En absoluto, según la opinión de muchos expertos, que piensan que el reino de Saba existió realmente. Era el legendario país de incienso y oro de Arabia, y muchos científicos lo sitúan en el nordeste de lo que hoy es Yemen. El investigador alemán Rolf Beyer señala que en la prehistoria árabe reinaban más reinas que reyes.
Del mismo modo, la enigmática regente también podría haber sido la reina de un pueblo nómada que no conocía la escritura. Dado que llegó a Jerusalén "con un gran séquito", según Beyer el verdadero motivo de los numerosos "regalos" también pudo ser una amenaza militar.

REGENTE DE MA'IN
Los regalos que trajo encierran algunas pistas sobre el país de procedencia. Los perfumes, es decir, incienso y mirra, sólo existían entonces en el sudoeste de la península arábiga. En efecto, en el siglo IX a. de C. entra en la historia un reino de Saba situado en el actual Yemen. Según la datación, tan sólo faltan unos 100 años hasta el reinado de Salomón, que duró desde alrededor de 965 hasta 926 a. de C.
Es bastante probable que la reina de Saba fuera la soberana del reino predecesor, el mineico, cuyas fronteras se extendían hasta Jordania. A través de Etiopía, los mineos mantenían relaciones comerciales hasta con Egipto. En estas condiciones, un contacto con Israel no habría sido nada del otro mundo. Hasta ahora prácticamente no han podido realizarse excavaciones en la que fue la capital del reino, Ma'in, por razones políticas.

LA TEORÍA DE HATSHEPSUT
El autor científico y filólogo ruso I. Velikovsky (1895-1979) defiende la idea de que la reina de Saba pudo haber sido la faraona egipcia Hatshepsut. A esta conclusión llega partiendo de dos tesis. Por un lado, él data las dinastías faraónicas unos 500 años más tarde que otros científicos, lo que le permite aclarar varias contradicciones de la historiografía clásica. Por otro, se remite al historiador Flavio Josefo (sigloI d.C.), quien llama a la soberana de Saba "reina de Etiopía y Egipto". En relieves egipcios se relata una expedición de Hatshepsut al "reino de dios Punt", que quizá se refiera a la península de Sinaí, hipótesis que se apoya en las plantas reproducidas en los frisos del templo, típicas de aquella zona. Esta sería sin duda la solución más curiosa de un antiquísimo enigma.

TEORÍAS SOBRE LA IDENTIDAD DE LA REINA MAKEDA
En la épica nacional etíope se afirma que su dinastía real procede de la unión del rey Salomón con la reina Makeda. Esta historia nos suena, y es posible que este sea el nombre de la reina de Saba. Pero en la leyenda, Salomón seduce a Makeda con engaños.
Por tanto, un punto de partida para la investigación histórica debería situarse en Axum, la antigua corte real de Etiopía. En el lenguaje popular se han conservado designaciones de esta ciudad como "el baño de la reina de Saba", pero los testimonios arqueológicos y los documentos datables no alcanzan hasta tan lejos. Aun así, en Etiopía se mantiene una tradición judía que se remonta hasta el primer milenio a. de C., y es probable que en las leyendas en torno a la figura de la reina de Saba se mezclaran relatos bíblicos con historias del reino mineico.
Así que por el momento se mantiene el misterio en torno a la fabulosa reina de Saba. Su mito sigue vivo sin necesidad de pruebas arqueológicas.
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18/8/10

Olivenza, hija de España y nieta de Portugal

LITIGIO FRONTERIZO


Por Fernando Díaz Villanueva

Hoy me tocaba contarle como Alfonso VI de Castilla y León (o de León y Castilla, que tanto da porque castellanos y leoneses venimos a ser lo mismo desde hace mil años) a punto estuvo de perder todo lo que había conseguido en una legendaria cabalgada a orillas del Tajo.
Pero no, voy a dar un pequeño rodeo y, como la imaginación nos permite viajar en el tiempo a una velocidad pasmosa, me voy a situar un siglo después, cuando León y Castilla se habían vuelto a separar y reinaba Alfonso IX, zamorano de nación y último monarca del reino leonés.


El noveno de los Alfonsos fue mal padre y peor marido, amigo de pendencias y constante en sus odios, que fueron muchos a lo largo de sus casi 60 años de vida. A modo de reparación hizo dos regalos a España. El primero la fundación del Estudio General de Salamanca, que devendría universidad –y de las buenas– años después. El segundo la reconquista de Extremadura, consumada con éxito poco antes de su muerte tras innumerables campañas contra los invasores almohades, los mismos que sus vecinos habían derrotado en las Navas de Tolosa, una batalla a la que Alfonso IX, muy en su línea, se negó a acudir porque ni castellanos, ni aragoneses, ni portugueses, ni navarros le dejaban ser el jefe.




La reconquista de Extremadura terminó en abril de 1230 con la toma de Badajoz. La morisma local salió en estampida hacia el sur abandonando pueblos, acequias y heredades. El yermo resultante tenía por tanto que ser repoblado por cristianos, tarea no precisamente sencilla dada la debilidad demográfica del reino leonés. Uno de esos lugares que habían quedado vacíos era la vega del Guadiana al sur de la capital. Alfonso entregó la comarca a la Orden del Temple para que la custodiase y, en la medida de lo posible, la repoblase con cristianos traídos del norte.


Mapa de Olivenza de 1773Así nació Olivenza como una pequeña encomienda situada a en la margen izquierda del río. La derecha pertenecía a Sancho II de Portugal, conquistador del Alentejo. Los templarios fundaron una minúscula aldea de frontera que pasó sin pena ni gloria hasta que 70 años más tarde, en 1297, María de Molina, reina regente de Castilla (y León), se la cedió al rey portugués para que dejase de enredar en los asuntos de Castilla. Olivenza conservó el nombre, los habitantes y fue fortificada por sus nuevos dueños.


Se convirtió en la plaza más oriental del reino luso y en una de las joyas de la corona. Tenía nueve baluartes, uno más que la propia Badajoz, y, junto a la fortaleza de Elvas, formaba una inexpugnable muralla defensiva en el camino de Lisboa. Los sucesivos monarcas portugueses la cortejaron con atenciones, privilegios y nuevas defensas. 


Levantaron en ella un imponente castillo con la mayor torre del homenaje del reino y construyeron un larguísimo puente fortificado sobre el Guadiana para acudir en su auxilio al que llamaron Ponte da Ajuda.


Durante la guerra que siguió a la sublevación portuguesa de 1640 Olivenza cayó ante las tropas de Felipe IV, pero unos años más tarde fue devuelta en aras de la buena vecindad. Este fugaz episodio bélico reveló que la plaza ya no era invulnerable. Concebida para la guerra medieval, los largos asedios y las cargas de infantería sobre la muralla, sus baluartes poca resistencia podían ofrecer a la artillería y a la movilidad de los ejércitos modernos. Privada de su conexión con Elvas tras la voladura del Puente de Ayuda, nadie daba un céntimo por ella.


El coste en hombres y pertrechos era inmenso, mucho más de lo que la plaza valía. Se encontraba a tiro de piedra de Badajoz y totalmente rodeada por un enemigo que, para el siglo XVIII, era ya infinitamente superior en el campo militar. Si un ejército portugués conseguía llegar hasta ella para romper un hipotético sitio tendría la retaguardia cortada por el río, exponiéndose a una carnicería segura y a perder la ciudad. Los generales portugueses lo sabían, como sabían que su suerte estaría echada si España decidía invadir Portugal, un país volcado en el mar, en franca decadencia, sometido a los ingleses y mal defendido por un ejército valiente pero pequeño e inexperto.
Castillo de Olivenza



La temida ocasión llegó en la primavera de 1801. Manuel Godoy, valido del rey y amante de la reina, pidió a Portugal que cerrase sus puertos a los navíos ingleses. Ante la negativa portuguesa Godoy, que era natural de Badajoz, se dirigió con un ejército a la frontera. 


Ocupó varias plazas, entre ellas Olivenza, y obligó al regente Juan a firmar un humillante tratado de paz en el que consumaba la cesión de Olivenza a España por los siglos de los siglos. Entre medias, mientras sitiaba Elvas, en un arranque de romanticismo, envió un ramo de naranjo a la reina por lo que esta, la última guerra entre España y Portugal, ha pasado a conocerse como Guerra de las Naranjas.


Terminadas las guerras napoleónicas el monarca portugués se agarró a lanapoleonidad implícita de la conquista de Olivenza para recuperarla. Sin ningún éxito. El Congreso de Viena, en un alambicado lenguaje diplomático, recomendó a españoles y portugueses que dirimiesen sus diferencias fronterizas cuando y como creyesen oportuno. Y hasta ahí llegó la reclamación legal. España miró hacia otro lado... y Portugal, a su manera, también.


Olivenza pasó de ser alentejana a ser extremeña, algo que, en rigor y conociendo la zona, es casi lo mismo. El Alentejo y Extremadura son dos regiones muy bonitas, de mucho aprovechamiento para casi cualquier cosa y con un paisaje y un paisanaje tan parecido que asusta. Durante algo más de dos siglos se ha seguido hablando un dialecto del portugués, el oliventino, que está a punto de desaparecer por falta de hablantes. La arquitectura permanece. El castillo sigue ahí como orgulloso testigo abaluartado de otros tiempos. Las iglesias y el ayuntamiento, manuelino en su fachada y del PSOE en su interior, dan fe de la centenaria presencia portuguesa.




Por lo demás hoy Olivenza es una ciudad española porque sus habitantes quieren ser eso mismo. Tanto y de tal manera que el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, es oliventino. Nadie en Olivenza se avergüenza de su pasado portugués, más bien todo lo contrario. El cancionero popular no falla y dictamina en una conocida tonadilla que "las muchachas de la Olivenza no son como las demás, porque son hijas de España y nietas de Portugal".


Eso en lo que toca a este lado de la raya, en el otro una minoría irredentista ligeramente enloquecida mantiene encendida la llama de la reclamación pasándose por el arco del triunfo 200 años de historia, la voluntad de los oliventinos y hasta el sentido común. 


Comparan el caso de Gibraltar con el de Olivenza, sin percatarse de que el primero fue ocupado y el segundo cedido y, sobre todo de que, en esencia, españoles y portugueses somos la misma cosa con nombres distintos.
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16/8/10

Los misterios de la pirámide de Keops más próximos a desvelarse



Los misterios de la pirámide de Keops más próximos a desvelarse

Un robot derribará la puerta de la cámara de la reina, la única a la que no se ha podido aún acceder

EUROPA PRESS Madrid 10/08/2010 15:29 Actualizado: 10/08/2010 15:55

Un robot intentará penetrar a finales de este año hasta el centro de la pirámide de Keops (en el complejo egipcio de Giza) para desvelar el secreto que ocultan tres puertas de piedra caliza desde hace 4.500 años.
La pirámide fue construida por el rey Keops, alrededor del año 2560 a.c., y es considerada como la única maravilla del mundo antiguo aún en pie. La Universidad de Leeds (Inglaterra) junto con el Supremo Consejo para las Antigüedades de Egipto han organizado una expedición para desvelar el misterio.
En el centro de la pirámide hay dos cámaras, la superior, que es la cámara del rey y no presenta incógnitas. Dos túneles con una inclinación de 45 grados, cavados a ambos lados de la cámara, conducen al exterior del monumento, según indica la BBC.
La cámara de la reina, excavada bajo la del rey, es la que presenta el enigma. Los dos túneles, el del norte y el del sur, cavados con la misma inclinación de 45 grados que los del rey, se interrumpen delante de sendas puertas de piedra caliza. En 2002, se consiguió abrir la puerta del túnel sur y el operativo reveló otra puerta, que parecía ocultar algo.
Por ello, el equipo de investigadores utilizarán un robot, llamado Djedi en honor al mago que el rey Keops solía consultar para la construcción de su pirámide, y que fue diseñado por ingenieros de la Universidad de Leeds. Su misión será taladrar la segunda puerta sin causar daño innecesario.
El doctor de la escuela de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Leeds, Robert Richardson, explicó en el diario 'The Independent' que han trabajado en el proyecto durante cinco años.

Keops: el misterio de las pirámides egipcias
El secreto de Keops




En Egipto, en la Meseta de Giza se alza la Gran Pirámide de Keops, la única de las 7 maravillas del Mundo Antiguo que aún hoy permanece en pie. De acuerdo con los libros de historia, la Gran Pirámide fue construida por el Faraón Keops en la IV dinastía, hacia el año 2.400 antes de Cristo, como tumba para su cuerpo ya en forma de momia.

Pero si se analiza sólo un poco veremos cómo esta hipótesis no cuadra con los datos que este inmenso monumento nos da aún hoy, y es que Keops entraña más de un misterio sin resolver, nuestra ciencia y tecnología actual no consiguen desvelar ninguna de las dudas, es más, generan nuevas incógnitas y reafirman las ya generadas.




La mayor incógnita de todas es quién construyó realmente la Pirámide, ya que parece imposible que los más de100.000 trabajadores que supuestamente construyeron la Pirámide en 20 años fuesen capaces de desplazarbloques de entre 2 y 60 toneladas a lo largo de 1000 Km. desde las canteras de Aswan sin vehículos ni ruedas, sencillamente con unos esquís para deslizarse por la arena. Igualmente parece imposible elevar estos bloques a una altura de 150 metros sin la ayuda de ninguna clase de poleas, teóricamente se crearon rampas de arena, aunque no se explica cómo. Y el colmo de esta ilógica teoría es la necesidad de colocar un bloque de piedra cada 3 minutos y medio durante 20 años para terminar la Pirámide. Además nunca se encontró la momia de Keops dentro de la Pirámide.

Existen 2 explicaciones esotéricas para la construcción de semejante monumento, ambas se apoyan en curiosidades inexplicables, como la perfecta orientación geográfica de sus lados, Norte, Sur, Este y Oeste, así como la orientación de sus pasadizos a diversas estrellas descubiertas en la era contemporánea, o a los increíbles cálculos matemáticos de sus longitudes que permiten hallar el número pi, o calcular la distancia al sol, la densidad de la tierra, su forma y distancias hasta los polos y el centro de la Tierra. ¿De dónde extrajeron los egipcios este conocimiento tan preciso?

La primera teoría está basada en la creación por parte de los sabios de la Atlántida de dichas construcciones, así como de las pirámides incas y mayas. En teoría el planeta goza de ciclos vitales de casi 26000 años, y en su punto medio (Año 13000) se logra la máxima sabiduría, en éste momento se produce un cataclismo y todas las razas de la Tierra se extinguen. Este cataclismo provocó la destrucción de la Atlántida, pero sus habitantes, conscientes de la realidad que se avecinaba decidieron salvar la raza humana, creando así campos magnéticos especiales que protegieran al ser humano del cataclismo, las Pirámides serían las construcciones necesarias, y todos los conocimientos que adquirieron las culturas egipcia, inca y maya fueron transmitidos por los padres de la Atlántida a las tribus de dichas zonas, que en lugares extremadamente separados obtuvieron ideas, concepciones y conocimientos muy similares, de forma casi inmediata, sin haber sido precedidas por importantes culturas. Estas teorías afirman que en el año 2012 llegaremos al final de este ciclo vital de la Tierra, y pasaremos a la 4ª Dimensión.

Por otro lado la teoría extraterrestre es la que más seguidores tiene y la que se basa en teorías más lógicas o prácticas, un fragmento cilíndrico de madera que se demostró científicamente que pertenecía a un bloque de granito que se encuentra en la entrada y sirvió como sistema de cierre fue encontrado en uno de los pasadizos de la pirámide, tras ser sometido a la prueba del Carbono 14 se descubrió que el fragmento pertenecía al año 2016 después de Cristo... ¿Quiere decir eso que viene del futuro? El propio sistema de cierre de la entrada ha sido analizado y parece que los agujeros para introducir los cilindros de madera han sido hechos con extrañas brocas que deberían tener un nivel de Dureza 500, el material más duro conocido es la vidia, o diamante sintético, y su nivel de dureza es 11. Una tribu situada al nacimiento del Nilo, y anclada en la prehistoria llamada Dogones afirma que hace diez mil años, una extraña "arca" de luz vino del cielo. De ella salieron unos seres mitad pez, mitad hombre llamados "instructores" y decían venir de una estrella llamada Potoolo (Sirio B). Contaban que en ese sistema estelar, había una estrella de gran magnitud llamada Digitaria (Sirio A) y que Potoolo rotaba al rededor de Digitaria en un tiempo de 50 años. También decían que una simple cucharada de la estrella Potoolo, pesaba más que todo nuestro planeta.

Según las comprobaciones científicas que se hicieron al respecto, los Dogones, conocían exactamente el sistema estelar binario de Sirio, cuando este se descubrió por primera vez en el año 1824 y se pudo observar en 1864 con un telescopio. Por otro lado, en 1972, se comprobó que en efecto, la estrella Sirio B, tiene un periodo de 50 años alrededor de Sirio A. Y para mayor asombro, hace tan solo cinco años, se pudo analizar mediante un sistema espectral, la densidad que tendría la estrella Sirio B, dando casualmente una "dureza 500". Por otro lado, en los años cincuenta se descifraron tablillas de arcilla descubiertas en la ciudad Sumeria de Niniveh (hacia el 2550 a J. C.); hablan de las pirámides como contrucciones 6.000 años más antiguas que los Egipcios. Según ellos eran balizas para lo que hoy llamaríamos ovnis. Estos textos vienen avalados al hablar también de la Tierra como del séptimo planeta, contando hacia el Sol, lo que tiene su mérito si tenemos en cuenta que Urano se descubrió en 1781, Neptuno en 1846 y Plutón en 1930.



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10/8/10

El chorco de los lobos de Valdeón cumple 400 años

Cuando hombre y lobo luchaban a pecho descubierto

El chorco de los lobos de Valdeón cumple 400 años de las primeras ordenanzas escritas que se conservan
Fulgencio Fernández / Valdeón
La batalla entre el hombre y el lobo, entre el pastor y el depredador, es una de las más viejas que se conoce en el mundo rural, especialmente en esas comarcas de nuestra montaña en las que las lobadas eran relativamente frecuentes y se convertían en una ruina para el ganadero.
Las cosas ya no están exactamente así, como casi todo. Las batallas entre pastores y lobos han entrado por otros derroteros, ya no se pasea al lobo muerto por los pueblos para pedir una propina y hacer una gran fiesta de celebración de la muerte del bicho... pero aún queda un resabio, aún hay una brecha abierta entre defensores del lobo y ganaderos que se encuentran con enormes trabas y papeleos para poder resarcirse de los daños del lobo, cuando es posible, que en muchos casos no les queda más que el lamento. Y mientras eso no se solucione será difícil que esa herida cicatrice.
Esta vieja batalla ha durado siglos. Ha sido una lucha sin cuartel entre unas gentes que odiaban y admiraban al lobo, odiaban sus daños tanto como reconocían sus dotes, su astucia, su casi inteligencia para evitar las trampas. Un viejo pastor, enemigo mortal del lobo y sus defensores, Santiago el de Argovejo tiene una definición del animal que habla de este doble sentimiento hacia ellos (y su poco aprecio a la jerarquía eclesiástica): ‘‘El lobo es el animal más listo y más malo que hay, después del Papa’’.
Y esta vieja batalla tiene un ‘monumento’ para el recuerdo, el chorco de los lobos de Valdeón o el chorco de Corona, una vieja y sofisticada trampa que utilizaban las gentes del valle para acabar con su enemigos.
Y en este caso lo de vieja trampa no es una forma de hablar. Lorenzo Sevilla Gallego, uno de los mejores conocedores de la historia de este artilugio popular, recuerda en un artículo publicado en la Revista Comarcal Montaña de Riaño que en este 2010 se cumplen, cuando menos, 400 años de la existencia ‘reglada’ de esta trampa, la única que se conserva en la provincia aunque en Laciana se está intentando recuperar otra similar. ‘‘El chorco de los lobos en Corona, en el valle de Valdeón, está regulado por sucesivas ordenanzas, muy detalladas, cuyo origen contrastable documentalmente se remonta al menos a 1610. Es decir, estamos ante la celebración del IV Centenario de las primeras ordenanzas conocidas de las monterías realizadas en el Chorco de Corona’’.
Casi nada. Unas viejas ordenanzas, tan viejas que la tinta de las mismas se iba debilitando hasta el punto de que, según consta en el Archivo del Real Concejo de Valdeón y recoge el citado Gallego Sevilla, el 14 de julio de 1912 se realiza una nueva transcripción de las mismas (anteriormente habían sido modificadas en 1.818 ): ‘‘Trasladar las letras antiguas por no estar claras e inteligibles por la letra antigua que en ellos se halla, correspondientes a las monterías de lobos en Corona y osos a donde quiera que se tenga por conveniente’’.

Monteros, choceros, enramadores
En uno de los primeros números de la citada Revista Comarcal (de cuyo jugoso último número daremos cuenta en breve) hacía Lorenzo Sevilla, que suerte para el valle la llegada de este personaje a él, una detallada descripción que da idea de la magnitud y la relevancia de las monterías así como la utilización del chorco. Era precisamucha infraestructura y no menos personal pues el enemigo no era cualquier cosa.
‘‘Se trata de una estructura circular de piedra, situada en la zona baja de la ladera y unida al vértice que forman dos empalizadas en forma de V que ascienden ladera arriba. Una de las ramas de la V, la situada más río arriba, es muy larga y va desde el propio pozo de piedra hasta las peñas inaccesibles del macizo, atravesando todo el Monte Corona, mientras que la otra es más corta y remonta la ladera del valle sin llegar a las peñas’’. Al corazón de esa V había que conducir a los lobos para posteriormente lograr que entraran en la trampa (el pozo de la estructura circular de piedra) y allí darle muerte de una forma que hoy sería considerada muy cruel.
Para conducir al lobo a esta trampa eran necesarios muchos vecinos, hasta el punto que las ordenanzas contemplaban la obligatoriedad de asistencia de ‘‘todos los varones de entre 16 y 65 años vecinos del Real Concejo de Valdeón (todos los pueblos del Ayuntamiento menos Santa Marina y Caín) a participar en las monterías para capturar lobos’’.
Para cazar al lobo existía una distribución de los puestos a ocupar bastante compleja, pero perfectamente especificada en las Ordenanzas.
El montero mayor era el alcalde de Posada, ‘‘si residía en algún pueblo del Real Concejo, en caso de no ser así recaía el cargo en el concejal de más alta representación que viviera en el Concejo. Era el único que podía ir a caballo’’. Con él iba un montero menor por cada uno de los seis pueblos del Real Concejo. A ellos se les exigía ‘‘reconocida honradez y buenas condiciones físicas’’.
Un papel fundamental desarrollaban los monteros, dieciocho en total: 2 de Cordiñanes, 3 de Los Llanos, 3 de Posada, 3 de Prada, 4 de Soto y 3 de Caldevilla.
Los choceros se escondían en pequeñas construcciones camufladas para evitar que el lobo se diera la vuelta cuando ya había entrado. Los tres últimos, cerca del foso, llevaban un chuzo o lanza y eran seleccionados entre los hombres más fuertes del valle. Los choceras eran 34 en total: 2 de Cordiñanes, 4 de los Llanos, 5 de Posada, 6 de Prada, 11 de Soto y 6 de Caldevilla.
Los montaneros, que eran 17, se encargaban de cerrar los pasos de posible huida del lobo por canales al verse acosado y los enramadores (dos, uno de Prada y otro de Los Llanos) cubrían con ramas la boca del chorco para que los lobos ‘no sospecharan’ que les esperaba el vacío debajo.
Completaban las tareas del numeroso personal del valle dos espías, que eran los encargados de hacer cumplir las normas y de denunciar ante los monteros a aquellos que no lo hicieran.
Además de todo este personal cada pueblo debía criar y cuidar un buen mastín, que debía estar en perfecta forma para perseguir al lobo, ‘‘salvo Cordiñanes, que tenía prohibido el uso de estos perros para asegurar que no evitaran el paso del lobo hacia Corona. Solo estaba exento el pueblo que tuviera una hembra mastina y estuviera criando en el momento de la caza’’.
La magnitud de la montería nos da idea de la importancia que le daban al lobo y de la ‘rivalidad’ entre el ganadero y la alimaña.

"Todos los varones del real concejo de entre 16 y 65 años"


Las viejas fotografías que publica la Revista Comarcal Montaña de Riaño cedidas por Virgilia Casares nos dan idea de la magnitud de personal que movía una montería para cazar lobos en el chorco de Valdeón, una práctica que se extendió a mediados del pasado siglo XX. En la imagen superior izquierda vemos a los participantes en una montería, con algunas mujeres, posando en Corona después de haber realizado la batida. A la derecha vemos a algunos choceroz con sus chuzos (lanzas) junto a uno de los lobos que ya habían cazado; en la foto fe la derecha posan todos los vecinos colocados en sus puestos ante el chorco y en la imagen inferior de nuevo posando en el puente viejo de Cordiñanes después de una batida, que se convertía en una fiesta si la caza había sido positiva.
Sólo era el final de un largo proceso, los preparativos comenzaban en noviembre reparando la empalizada y los chozos, enramando y demás tareas de mantenimiento, como plantar árboles, pues era muy difícil que antes de estas fechas los lobos bajaran hasta Corona, pero la nieve ya les iba obligando a hacerlo y comenzaban los tiempos del chorco.

El único de la provincia, en actividad hasta el siglo XX


No es el chorco de Valdeón o Corona el único existente en España, pero sí el único que se conserva en la provincia de León y que se ha convertido en uno de los grandes reclamos turísticos de la comarca, pues se encuentra en muy buen estado, en una paraje excepcional, accesible a todo tipo de visitantes y un lugar que nos conduce a otros tiempos y a otras costumbres, a otras formas de vida, que no son tan lejanas pues no hay que olvidar que se hicieron monterías en este chorco hasta mediados del pasado siglo XX, siendo incalculable el número de lobos muertos.

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Foso de lobo - Wikipedia, la enciclopedia libre

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