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26/7/07

Hernán Cortés, (1485-1547), conquistador de México




Nacido en Medellín (Badajoz), tuvo por padres a Martín Cortés y a Catalina Pizarro, emparentada ésta con la familia del mismo apellido, avecindada en Trujillo (Cáceres). Se dice que por algún tiempo fue estudiante en la Universidad de Salamanca. De hecho Cortés se preciaba de su conocimiento del latín, los romances y la historia, lo que le permitió expresarse con soltura y atildado estilo en sus varios escritos y de modo particular en sus Cartas de Relación. Liado en aventuras amorosas, interrumpió sus estudios si bien poco después aprendió el oficio de escribano en Valladolid.
Llegada a América
A los 19 años, se embarcó con rumbo a Santo Domingo, en donde actuó como escribano en la villa de Azua. Acompañó a Diego Velázquez en 1511 en la conquista de Cuba. Fue luego secretario del mismo y más tarde alcalde de Santiago de Baracoa. A pesar de que tuvo dificultades con Diego Velázquez, al casarse en 1514 con Catalina Juárez Marcaida, logró que él fuera su padrino. Esta relación, así como el conocimiento de las capacidades de Cortés, propiciaron que, después de las dos expediciones a la tierra firme de lo que hoy es México, las capitaneadas por Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva, confiara el gobernador Velázquez a Cortés la organización de una tercera expedición.
El gran interés que puso Cortés en la preparación de lo tocante a la Armada que iba a capitanear, despertó en Diego Velázquez sospecha de traición. Sin embargo, no pudo impedir que el 18 de febrero de 1519 zarpara llevando 11 navíos, más de 500 soldados, cerca de 100 marineros, 16 caballos, 14 cañones, 32 ballestas y 13 escopetas. Pocos días después llegó a la isla de Cozumel, de la que los indígenas se habían retirado. Entrando al fin en contacto con algunos, inquirió acerca de los náufragos españoles que sabía se hallaban cautivos en las tierras cercanas. Para sorpresa general, apareció entonces Jerónimo de Aguilar que habría de convertirse en inapreciable colaborador de Cortés, gracias a su conocimiento de la lengua maya. A través de él se supo que el otro náufrago sobreviviente, Gonzalo Guerrero, no había querido salir al encuentro de los españoles.
Las embarcaciones de Cortés costearon luego los litorales de la península de Yucatán hasta el río de Tabasco que se conoció ya como Grijalva. En el pueblo de Centla, en Tabasco, ocurrió el primer enfrentamiento bélico con los indios. Consumada la victoria de Cortés, los señores mayas agasajaron a los españoles haciéndoles entrega de veinte jóvenes mujeres entre las que estaba la célebre Malintzin o Malinche. Esta última fue entregada a Alonso Hernández Portocarrero.
Continuando la navegación, llegó Cortés a la región conocida como Chalchicueyecan ('el lugar de la diosa de la falda de jade'), en donde el Viernes Santo de 1519 hizo la fundación de la Villa Rica de la Veracruz. Cortés, decidido a romper toda relación de obediencia con Diego de Velázquez, creó el cabildo de esa Villa Rica, el cual a su vez lo nombró capitán general y justicia mayor. Acerca de esto informaría él muy pronto al emperador Carlos V (Carlos I de España). De este modo su única vinculación iba a ser ya con la Corona.
Estableció luego Cortés contacto con indígenas totonacas en Zempoala. Recibió también una primera embajada de Moctezuma con grandes presentes de joyas, oro, plumajes y varios atavíos. Según los testimonios indígenas que se conservan, Moctezuma, hondamente preocupado por las noticias que le llegaban de las costas del Golfo, pensó que los recién venidos eran Quetzalcóatl y otros dioses que lo acompañaban. Nuevamente envió mensajeros que llevaron, entre otras cosas, dos grandes discos, uno de oro y otro de plata artísticamente trabajados. Esos mensajeros regresaron a México-Tenochtitlán y refirieron a Moctezuma todo lo que habían visto. El señor de los aztecas (mexicas) se sumió entonces en profunda consternación.
Hernán Cortés dispuso una embajada que debía zarpar con rumbo a España. Se redactó entonces la que se conoce como Carta del Cabildo, fechada el 10 de julio de 1519. En ella se hace saber a Carlos V que el dicho cabildo ha nombrado a Cortés capitán general y justicia mayor. Dos semanas después se embarcan los enviados de Cortés, yendo como procuradores Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo. Llevaron consigo presentes para el emperador, entre ellos algunos códices indígenas. Poco después Cortés ordena el desmantelamiento de sus naves. A mediados de agosto de ese mismo año emprende su salida hacia el interior de México.
Dejando en la Villa Rica de la Veracruz al Ayuntamiento que había fundado, salió con 400 peones, 15 jinetes, 6 piezas de artillería, así como varios centenares de indígenas que llevaban los alimentos y la impedimenta. Después de cruzar la sierra, se aproximó a la región tlaxcalteca. Valiéndose de un grupo otomí sometido a ellos, los tlaxcaltecas pusieron a prueba la fuerza militar de los españoles. Al ver cómo los otomíes eran fácilmente vencidos, quedaron persuadidos de que esos blancos barbudos eran mucho más poderosos. Decidieron entonces aliarse con ellos con la esperanza de derrotar así a sus antiguos enemigos, los señores de México-Tenochtitlán. A fines de septiembre de 1519 los españoles entraban en la capital de los tlaxcaltecas, Ocotelulco, quedando desde entonces como aliados.
Procedió luego su avance Cortés hacia la metrópoli de los mexicas. Al pasar por la gran ciudad de Cholula, sometida entonces al poderío mexica, según las crónicas españolas se descubrió una traición de sus habitantes dirigida a dar muerte a los españoles. Según las crónicas indígenas, la traición fue perpetrada en realidad por los mismos españoles y los aliados indígenas. El hecho es que allí tuvo lugar una matanza de indígenas por orden de Hernán Cortés.
Conquista de México
El 8 de noviembre de 1519, después de atravesar los volcanes, Cortés y su gente hicieron su primera entrada en México-Tenochtitlán, llegando por la calzada de Iztapalapa que unía a la ciudad con la ribera del lago por el sur. Alojados en los palacios reales, pudieron percatarse de la grandeza y poderío de la ciudad. Moctezuma, que los recibió como huéspedes, pronto se convirtió en su prisionero. En mayo de 1520 llegó Pánfilo de Narváez a la región de Zempoala, enviado por el gobernador de Cuba para deponer y hacer preso a Cortés. Este salió de México-Tenochtitlán para hacerle frente y derrotó a Narváez en Zempoala. Esto le permitió acrecentar el número de sus hombres, ya que muchos de los que venían con Narváez se pasaron a sus filas. En tanto que Cortés había estado fuera, Pedro de Alvarado acometió súbitamente a los mexicas durante la gran fiesta de Tóxcatl, en honor de su dios Huitzilopochtli. Los textos indígenas que hablan de ese episodio son en verdad dramáticos.
Al regresar Cortés a la ciudad, la encontró en grande agitación. Consideró él entonces que lo mejor era salir de ella a ocultas. Fue entonces cuando perdió la vida Moctezuma. Según unos, al tratar de apaciguar a los mexicas, le lanzaron éstos varias pedradas, una de las cuales lo hirió en la cabeza; según otros, a mano de los españoles que le dieron más de una cuchillada en el bajo vientre. La noche del 30 de junio de ese año Cortés y sus hombres con gran sigilo abandonaron la ciudad. Los mexicas, que dieron la voz de alarma, los acometieron con furia. Los españoles perdieron entonces más de la mitad de sus hombres así como todos los tesoros de que se habían apoderado. Esta derrota se conoce con el nombre de 'la noche triste'.
Los conquistadores marcharon en busca del auxilio de sus aliados tlaxcaltecas y no fue sino hasta casi un año después, es decir el 30 de mayo de 1521, cuando dieron principio al asedio formal de la ciudad de México-Tenochtitlán. Para ello concentró Cortés más de 80.000 tlaxcaltecas y reforzó sus propias tropas con la llegada de otras varias expediciones a Veracruz. Desde fines de abril de ese mismo año había botado al agua trece bergantines que jugaron un papel muy importante en el asedio de la isla donde se erigía la ciudad.
Las crónicas indígenas hablan de la elección del señor Cuitláhuac como sucesor de Moctezuma y de la epidemia de viruelas en la que murieron él y otros muchos. También describen con pormenor la nueva elección y actuaciones del joven príncipe Cuauhtémoc. Unos y otros, los cronistas españoles e indígenas, refieren luego lo que fueron el asedio y la resistencia indígena a lo largo de casi ochenta días de sitio. El 13 de agosto de 1521 cayó la ciudad México-Tenochtitlán en manos de Hernán Cortés que aprisionó al joven Cuauhtémoc. Cortés se establece entonces en Coyoacán, en tanto que se procedía a la reconstrucción de la ciudad de México concebida con nueva planta al modo renacentista. Su mujer, Catalina Juárez Marcaida, llega procedente de Cuba y unos meses después muere misteriosamente en Coyoacán. En agosto del mismo 1523 desembarcan los tres franciscanos flamencos, Pedro de Gante, Juan de Tecto y Juan de Ayora. Enterado Cortés de que Cristóbal de Olid, enviado suyo a la región de las Hibueras, se había rebelado, dispuso entonces una expedición para someterlo. Abandonó Cortés la ciudad de México en 1524 dejándola al cargo de varios oficiales reales los que, además de reñir entre sí, cometieron numerosos atropellos. Cortés, tras una expedición llena de sinsabores e inútil porque, al llegar a las Hibueras ya había muerto Cristóbal de Olid, regresó a la ciudad de México hacia mediados de 1526.
Casi simultáneamente recibió una orden de Carlos V para que enviara una armada hacia las Molucas en auxilio de las que, zarpando desde España habían llegado a esas islas. Coincidió todo esto con la venida del juez Luis Ponce de León para tomar juicio de residencia a Cortés. Muerto poco tiempo después, se hizo cargo del juicio Marcos de Aguilar. Éste falleció asimismo en pocos días. Cortés, que tenía ya en construcción varias embarcaciones, despachó tres con rumbo a las Molucas y a las órdenes de Álvaro de Saavedra Cerón, su primo, para auxiliar a la armada de fray García Jofre de Loaisa. Esa armada zarpó de Zihuatanejo el 31 de octubre de 1528. Uno de los barcos de la misma llegó a las Molucas.
Gobierno de Cortés
Entrado ya el año siguiente, y obedeciendo instrucciones de Carlos V, Cortés emprendió un viaje a España. Llegó al puerto de Palos y tras pasar por Sevilla, Medellín y el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, se entrevistó con el emperador en Toledo. Aunque no recobró el gobierno de la Nueva España, obtuvo al menos el título de marqués del Valle de Oaxaca, así como 22 villas y 23.000 vasallos. Casado con doña Juana de Zúñiga, hija del conde de Aguilar, regresó a México hacia mediados de 1530.
La Nueva España se encontraba entonces en grande agitación debido a los desmanes de Nuño Beltrán de Guzmán que había sido nombrado presidente de la primera Audiencia. Cortés tiene que hacer frente a los de dicha audiencia que le impiden la entrada a la capital. Hallándose en Tezcoco, su madre Catalina Pizarro, que había venido con él, terminó allí sus días. Un año después, se instaló una segunda Audiencia con Sebastián Ramírez de Fuenleal como presidente de la misma.
Con base en las capitulaciones que había celebrado durante su estancia en España, Cortés emprende en 1532 una serie de expediciones en el mar del Sur (océano Pacífico). A mediados de ese año envía dos naves al mando de Diego Hurtado de Mendoza, sin alcanzar resultado alguno. El propio Cortés dirige personalmente en Tehuantepec la construcción de otras naves en el astillero que allí tiene establecido. El año siguiente zarpan otras dos embarcaciones desde el puerto de Santiago en Colima. Una de ellas, al mando Juan de Grijalva, descubre las islas Revillagigedo. La otra, al frente de la cual iba Diego Becerra, tras un motín a bordo, alcanzó a llegar al extremo sur de la Baja California. Allí la mayor parte de los que iban a bordo perdieron la vida en un enfrentamiento con los indios.
Últimos años
Porfiando con la fortuna, según la expresión de su mujer doña Juana Zúñiga, emprendió Cortés en 1535 una tercera expedición yendo personalmente al frente de ella. Fundó entonces una pequeña colonia en la bahía de la Paz, que designó como de la Santa Cruz. Más de un año después regresó a México sin haber alcanzado cosa alguna en esa tierra que más tarde se llamó California. Incansable, envió luego dos naves con rumbo al Perú para auxiliar a Francisco Pizarro que se encontraba sitiado en Lima. En 1537 dio principio a una ruta de comercio marítimo, desde el puerto de Huatulco hasta Panamá y Perú. En 1539 despachó su cuarta expedición al Mar del Sur. Encomendó esta empresa al capitán Francisco de Ulloa que penetró hasta la desembocadura del río Colorado y, regresando hasta el extremo sur de la península, remontó por el Pacífico hasta más allá de la isla de Cedros. Como lo muestra la cartografía universal, que se producía entonces, gracias a las expediciones de Hernán Cortés comenzó a conocerse mejor el perfil geográfico de los litorales del Pacífico norte del Nuevo Mundo.
Para hacer defensa de sus derechos, Cortés emprendió nuevo viaje a España. Entre otras cosas dirigió allí un memorial a Carlos V quejándose de los agravios que, en su opinión, había recibido del primer virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza. Los restantes años de su vida que transcurrieron todos en España fueron para Cortés tiempo difícil en que se vio envuelto en una serie de litigios y agobiado por el nunca terminado juicio de residencia.
Con intención de regresar a México, llegó a Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla. Allí poco antes había dictado su testamento. El 2 de diciembre de 1547 murió a la edad de 62 años. Le sobrevivieron su mujer, sus hijos Martín y Luis, así como el otro Martín que había tenido con la Malinche, y María, Catalina y Juana nacidas de su esposa, además de otros tenidos también fuera de matrimonio, como aquella doña Leonor, nacida de doña Isabel de Moctezuma.
El primer entierro de Cortés fue en la iglesia de San Isidoro del Campo en Sevilla. Años después, sus restos fueron trasladados a la Nueva España y enterrados en la iglesia adjunta al convento de San Francisco en Tezcoco. De allí pasaron a la Capilla Mayor del convento de San Francisco en la ciudad de México. Su último reposo lo alcanzó en la iglesia de Jesús Nazareno, contigua al Hospital de Jesús fundado por él. En la actualidad se conservan en una urna colocada en un nicho en el muro del costado del Evangelio. Numerosas son las biografías que se han escrito acerca del conquistador de México. Algunos lo han considerado un villano y otros un héroe. La historiografía moderna ha logrado una imagen más equilibrada de este personaje ciertamente extraordinario.




Hernán Cortés(1485-1547), conquistador de México.
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