
Godoy, el rufián coronado Por Fernando Díaz Villanueva A la muerte de Carlos III el fecundo tronco borbónico se secó sin remedio. Su hijo y sucesor no heredó ninguna de sus virtudes, y sí, en cambio, alguno de sus peores defectos. Caprichos de la genética. Era grandullón, alelado y sosainas....