El camino a la inmortalidad no era un viaje que los egipcios de hace 3.000 años pensaban que se pudiera hacer sin un completo manual de instrucciones. El riesgo era elevado. Si en el juicio ante los dioses los pecados pesaban más que las buenas acciones, un monstruo mitológico estaba listo para devorar el corazón del finado. Y no había posibilidad de recurrir el fallo.
El Museo Británico ofrece la representación más completa que se haya visto nunca de El Libro de los Muertos con la mejor colección de papiros funerarios existentes en el mundo. Las momias se han convertido para nosotros en un vistoso ejemplo del cine de terror. En realidad, todos los ritos que las rodeaban eran un ejemplo de amor al muerto. Había que ayudarle a llegar al paraíso.
La exposición –abierta hasta el 6 de marzo– ofrece papiros, ataúdes y sarcófagos (sobre los que también se escribían las inscripciones), máscaras y amuletos en un recorrido que explica cada paso del proceso. En una atmósfera dramática, comprendemos cuánto se jugaban los egipcios de la época de los faraones en la búsqueda del más allá.
Dejaban espacios en blanco para poner después el nombre del fallecidoLos papiros, escritos y dibujados entre 1550 y 1100 ac, ofrecen una representación gráfica del destino final del viaje. “Es una visión perfecta del paraíso”, dice el comisario de la muestra, John Taylor. “Un lugar de gran belleza y paz, lleno de comida y con amplias corrientes de agua. No es muy diferente al Egipto de esos tiempos. Pero es un Egipto sin muerte, sin hambre y sin enfermedades”. Para la élite de esa época, no había nada mejor que lo que ya conocían.
El juicio ante Osiris estaba al alcance de cualquier persona. Por el contrario, el billete al otro mundo no salía gratis, porque las decenas de papiros con los que te iban a enterrar exigían una gran dedicación. Algunos costaban meses de trabajo. “En realidad, tenías que ser rico para poder encargar todos esos documentos. Si eras pobre, tenías en principio las mismas posibilidades (de llegar al más allá), pero sólo en teoría”, explica Taylor.
Sí existían libros completos, más asequibles, que se escribían con antelación y que dejabanespacios en blanco para poner después el nombre del fallecido. “Eran como formularios”, dice el comisario.
Los dibujos de los papiros son especialmente emocionantes cuando descubren el juicio definitivo ante Osiris y el resto de los dioses. El muerto se dirige a 42 deidades para declarar que es inocente en cada una de las faltas específicas que vigila cada dios.
En el otro platillo, está una pluma, que simboliza la justicia y la verdadAnubis, protector de los muertos, coloca el corazón ante todos en una balanza. En el otro platillo, está una pluma, que simboliza la justicia y la verdad: “Si el corazón no queda equilibrado con la pluma, significa que tuvo una mala vida, y un monstruo devorará el corazón”. Es el Devorador, una bestia con cabeza de cocodrilo, y a veces el cuerpo de un león y las patas de un hipopótamo. Será el fin de las esperanzas de alcanzar la inmortalidad.
Todo es mágico y por tanto son las supersticiones con la que la antigüedad intentaba explicar lo inexplicable. Pero los egipcios creían con firmeza en el poder de la palabra escrita o pronunciada. Es una muestra de que la cultura era un elemento fundamental de su espíritu.