Supongo que la historia del buceo y es tan antigua como la propia humanidad. Sumergirse en las aguas para conseguir alimentos nada tiene de especial o particular, pero me refiero al uso de algún tipo de “artilugio” para poder sumergirse más tiempo del permitido por el buceo a pulmón.
El gran Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.), el filósofo y científico de la Antigua Grecia, ya menciona el uso de una especie de campana metálica invertida sumergida en el agua y que los “buzos” utilizan para respirar el aire que queda atrapado dentro de la campana.
Cuenta la leyenda, porque es una leyenda, que su discípulo más aventajado, Alejandro Magno, tras conquistar medio mundo tuvo inquietud por explorar las profundidades del océano. Así que, se sumergió en el mar metido en “un recipiente muy fino hecho enteramente de cristal blanco” y que encontró un monstruo marino que tardó tres días enteros en recorrer su longitud.
Lógicamente esta leyenda sólo sirve para ensalzar la figura de uno de los mayores conquistadores de la Historia, pero me ha resultado curioso la cantidad de grabados que representan este hecho.
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Alejandro Magno, el primer buzo de la historia escrito por Javier Sanz en: Historias de la Historia