
Ahora ya nunca podrás decir que no has estado en un lupanar… en la casa de Arvina.
En cambio, sí que me quedó marcada la primera vez que yací a solas con una mujer. Fue poco después del primer y desastroso envite. Que congoja pasé. Un tarde ociosa de verano nos juntamos a la sombra de los soportales...