Hoy una entradita rápida pero certera. Y digo certera porque así fue la respuesta de don Jacinto Benavente en una ocasión en la que le tiraron una puyita y respondió con otra, más aguda y genial.
Jacinto Benavente, madrileño de la quinta de 1866, ganó el premio Nobel de Literatura en 1922. Solía frecuentar la tertulia literaria del café El Gato Negro, en Madrid, y allí una tarde habló en términos de elogio de Valle Inclán. Un tertuliano, supongo que cargado de un poco de mala uva, le dijo: “Pues don Ramón no opina lo mismo de usted”.
Después de unos segundos de reflexión, Benavente respondió: “Posiblemente estemos equivocados los dos”.
Supongo que los segundos de reflexión fueron destinados a calibrar si merecía la pena atacar al tercero en discordia, Ramón del Valle Inclán, por poner a aquel contertulio en su sitio. En cualquier caso, por si el susodicho tenía razón y en realidad Valle Inclán no estimaba a Benavente, quizás cualquier reticencia fuera absurda.
Jacinto Benavente, madrileño de la quinta de 1866, ganó el premio Nobel de Literatura en 1922. Solía frecuentar la tertulia literaria del café El Gato Negro, en Madrid, y allí una tarde habló en términos de elogio de Valle Inclán. Un tertuliano, supongo que cargado de un poco de mala uva, le dijo: “Pues don Ramón no opina lo mismo de usted”.
Después de unos segundos de reflexión, Benavente respondió: “Posiblemente estemos equivocados los dos”.
Supongo que los segundos de reflexión fueron destinados a calibrar si merecía la pena atacar al tercero en discordia, Ramón del Valle Inclán, por poner a aquel contertulio en su sitio. En cualquier caso, por si el susodicho tenía razón y en realidad Valle Inclán no estimaba a Benavente, quizás cualquier reticencia fuera absurda.