No sería extraño que los Reyes Católicos se hubieran proclamados a sí mismos como tales, ya que los reyes tenían poder para eso y para más. Pero en este caso, fue el máximo representante del catolicismo el que les otorgó tal distinción.
El papa Alejandro VI, de origen valenciano, el famoso papa Borgia, les concedió el título de Reyes Católicos a Isabel y Fernando el 19 de diciembre de 1496 a través de la bula Si convenit. Ciertamente, a la vista de la Iglesia, los reyes habían hecho méritos para merecer tal distinción: habían arrebatado Granada a los musulmanes, poniendo fin a la Reconquista; habían expulsado de sus territorios a los judíos que no se hicieron católicos; eran practicantes y virtuosos (valoración subjetiva del papa)…
Y lo más curioso de todo esto es que después de casi 515 años este título sigue estando vigente en la corona española, es decir, Juan Carlos I sigue siendo el rey Católico.