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23/4/10

El primer tratado de paz internacional



Desde que el hombre aprendió a cultivar el suelo y se hizo sedentario, tuvo que convivir en un mismo territorio con sus semejantes. En los primeros tiempos la convivencia no fue fácil y frecuentemente se desataban cruentas luchas. Pero la fuerza que al principio se imponía fue reemplazada por el derecho y la mutua colaboración. Entonces surgieron los tratados entre los pueblos, base del entendimiento y de la paz.


¿QUIÉNES FIRMARON EL PRIMER TRATADO INTERNACIONAL?
Las luchas entre los imperios egipcio e hitita se revelaron al fin como un conflicto inútil y perjudicial para los intereses de ambos. Corría el año 1269 a. de C. y en Egipto reinaba el faraón Ramsés II, en tanto que el monarca hitita era Hattusilis III. Este último era hombre de paz, y Ramsés, cansado de guerrear, anhelaba permanecer en su tierra a fin de poder realizar sus ambiciosos proyectos de construcciones. De manera que al fin llegó el momento, tras la batalla de Qadesh, en que ambas naciones decidieron terminar con su enemistad, firmando un tratado de paz perpetua entre sus pueblos: el conocido como Tratado de Qadesh.
La propuesta partió de Hattusilis III, y el astuto Ramsés comprendió que una alianza egipcio-hitita conduciría a una sólida hegemonía en toda Asia Menor.
Las cláusulas del tratado, que constituyó el primer acuerdo internacional que registra la historia, fueron escritas sobre dos tablillas de plata en lengua acádica, el idioma diplomático de aquel entonces. Luego fueron leídas solemnemente en presencia de ambos monarcas.


¿QUÉ DECÍA EL PRIMER TRATADO INTERNACIONAL?
Gracias al tesón de los arqueólogos modernos, poseemos actualmente dos copias del tratado, puesto que las tablillas originales se han perdido. Las copias se refieren a las dos versiones del acuerdo, la egipcia y la hitita, que coinciden en sus puntos básicos.
El tratado comenzaba así: "Yo, gran jefe de Hatti, estoy en buena paz y fraternidad con Ramsés, amado de Amón, el gran soberano de Egipto. Y los hijos de los hijos del gran jefe de Hatti vivirán en paz y fraternidad con los hijos de los hijos de Ramsés, amado de Amón, el gran soberano de Egipto, permaneciendo en nuestra situación de paz, y manteniéndonos en nuestra situación de fraternidad. El país de Egipto y el país de Hatti vivirán en paz y fraternidad como nosotros para siempre y jamás volverá a haber hostilidad entre ellos".
Después de esta introducción, donde se observa la constante repetición de las palabras "paz" y "fraternidad", que demuestran la buena voluntad de Hattusilis III, el tratado prosigue con los términos en que los dos países se comprometían a su mutua defensa en caso de ataque por parte de otra nación.


LOS REFUGIADOS POLÍTICOS
Pero posiblemente el detalle más interesante de este acuerdo internacional se encuentre en el párrafo referente a la situación de los refugiados políticos, ya que aquí nos encontraremos, también por primera vez en la historia, con una ley de extradición: "Si algún grande huye del país de Egipto y llega al país del gran jefe de Hatti, y si alguna ciudad o un distrito pertenecientes a los territorios de Usimara Setepenra (Ramsés II), el gran soberano de Egipto, llegan al país del gran jefe de Hatti, éste no les recibirá. Por el contrario, les hará deportar a Usimara Setepenra, el gran soberano de Egipto, su señor".


FINAL FELIZ
El tratado concluye con una maldición para aquella parte que violara el acuerdo, donde se invocan a los mil dioses del país hitita y a los mil dioses de Egipto, a fin de que destruyan su casa, su tierra y su servidumbre. Al pie del tratado, Ramsés y Hattusilis estamparon sus sellos reales, con lo cual ratificaron su conformidad total con los términos del pacto.
Este primer tratado internacional no fue un acuerdo amistoso entre dos reyes, como podría parecer, sino que se trató de un compromiso de plena cooperación entre dos naciones e incluía, como se ha visto, a las generaciones futuras. Además, poner por testigos a sus respectivos dioses indicaba que la violación del tratado implicaría una ofensa religiosa gravísima.
El último punto del pacto, de gran importancia política, lo constituyó la boda real de Ramsés II con una de las hijas de Hattusilis, que se convirtió en Gran Esposa Real con el nombre de Maathorneferure. Los Anales de Egipto describen el impacto que la bella princesa hitita produjo en Ramsés: "Entonces su majestad vio que ella era bella de rostro como una diosa, y la amó más que a ninguna otra cosa".
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