de Enigmítica
El pintor flamenco Pedro Pablo Rubens (1577 - 1640), célebre por su fecunda imaginación, la energía de su dibujo y el brillo del colorido, había llegado al apogeo de su fama y sus cuadros le habían proporcionado los medios para vivir suntuosamente.
Cierto día, un alquimista -que sentía envidia de su riqueza- concibió la idea de explotar en su favor el genio del artista y se presentó ante él.
- He descubierto una fórmula infalible para fabricar oro -le dijo-. Con ella seremos inmensamente ricos. Lo único que necesito es que usted instale el laboratorio con todos los instrumentos y materiales. Yo aportaré el secreto de mi descubrimiento y nos repartiremos por partes iguales los beneficios.
Rubens lo miró fijamente y al cabo, sonriendo, le respondió:
- Agradezco su ofrecimiento, pero yo también he descubierto una fórmula para fabricar oro..., y ya ve que los resultados han sido inmejorables.
El alquimista -asombrado ante la revelación- palideció y sólo atinó a balbucear:
- ¿Pero... cómo... pudo obtenerla?
- Muy simplemente -replicó Rubens-. Con mis pinceles y con mi trabajo.
- He descubierto una fórmula infalible para fabricar oro -le dijo-. Con ella seremos inmensamente ricos. Lo único que necesito es que usted instale el laboratorio con todos los instrumentos y materiales. Yo aportaré el secreto de mi descubrimiento y nos repartiremos por partes iguales los beneficios.
Rubens lo miró fijamente y al cabo, sonriendo, le respondió:
- Agradezco su ofrecimiento, pero yo también he descubierto una fórmula para fabricar oro..., y ya ve que los resultados han sido inmejorables.
El alquimista -asombrado ante la revelación- palideció y sólo atinó a balbucear:
- ¿Pero... cómo... pudo obtenerla?
- Muy simplemente -replicó Rubens-. Con mis pinceles y con mi trabajo.
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