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19/3/10

Archienemigos de Roma. Alarico


Archienemigos de Roma. Alarico


Tercera entrega de “Archienemigos de Roma“. Colaboración de  Gabriel CastellóAlarico, rey de los godos.

Alhareiks, que es como se pronunciaba su nombre en godo, nació en el 370 de nuestra era en los confines de la Dacia (Rumania) en una isla conocida como Peuké, la isla más grande del delta del Danubio. Hijo de Rocesthes y nieto de Aorico, era el sucesor de una familia de caudillos godos, los Baltingos, fundada por el legendario Gondebaudo Baltha (que en godo significa “el audaz”) cuyo mérito residía en haber conducido al pueblo godo desde el Báltico hasta las fronteras del Imperio.

Creció dentro de las fronteras imperiales. Tras el gran desastre de Adrianápolis en el 378 (una amarga derrota romana que le costó la vida a muchos legionarios y al propio emperador Valente), los godos habían obtenido permiso imperial para establecerse como foederati en la provincia de Moesia (entre Servia y Bulgaria aproximadamente) El joven Alarico acaudilló tropas godas entre el 387 y el 395 que actuaron como auxiliares para las legiones danubianas frente a otros pueblos bárbaros.

Como individuo ambicioso e inteligente que era, a la muerte del emperador de origen hispano Teodosio I vio la oportunidad de erigirse rey por propio su pueblo ante la falta de control y conocimiento de los melifluos sucesores del emperador, sus hijos Honorio y Arcadio. El emperador Teodosio culminó el plan de Diocleciano de partir el estado en dos, dividiéndolo entre sus dos hijos. El primero quedó como Augusto de Occidente, con sólo once años de edad, mientras que el segundo se instaló en Constantinopla como Augusto del Imperio de Oriente. Sin saberlo, la reforma de Teodosio y la intervención posterior de Alarico propiciaron el colapso del mundo antiguo. Roma estaba pasando uno de los momentos más complicados del bajo imperio. Teodosio fue también quien ordenó cerrar los templos paganos, instauró el cristianismo como única religión del estado y consiguió que Roma fuese sólo un triste espectro de la ciudad que llegó a dominar el mundo.

Ante tanta manifiesta debilidad, Alarico decidió pasar a la acción en el 396. Invadió Macedonia, Tracia y Beocia, arrasando a su paso ciudades tan importantes como Corinto y Esparta y llegando a desafiar a la propia corte de Constantinopla. Sólo había un hombre capaz de detenerle: Flavio Stilicho, conocido como Estilicón, un gran general de origen vándalo que actuaba como magíster militum (capitán general) del incompetente Honorio. Durante cuatro años el carisma y decisión militar del vándalo consiguieron que Alarico se conformase con la ocupación de Iliria, bien a raíz de una tregua pactada con su adversario o sólo por prudencia. Además, Estilicón estaba demasiado ocupado por otras revueltas en Britania sumadas a la presión de suevos, alanos y vándalos en el Rin como para conjurar al joven rey godo, menos activo que el resto de peligros que acechaban las fronteras.

Alarico marchó contra Occidente el año 400, pero Estilicón le derrotó primero en Verona y definitivamente en Pollentia (hoy Pollenzo) en Abril del 402. Este delicado equilibrio se rompió el 406. La estrella de Estilicón cayó en desgracia en la corte de Honorio, probablemente al ser sospechoso de organizar el asesinato de Rufino, el prefecto del pretorio de Constantinopla que dominaba al también débil Arcadio. Como puede verse ambos imperios estaban en manos de hombres rudos y enérgicos que dominaban a gobernantes patéticos, situación similar a la que veremos más adelante en nuestra España del siglo XVII con reyes de cacería mientras sus validos controlaban los mil y un conflictos el los que estaba inmerso el reino.
Honorio ordenó ejecutar a su magíster militum el 22 de Agosto del 408 influenciado por sus zafios consejeros; quizá fue por su fe arriana, o por ver en él a un probable futuro usurpador de sangre bárbara o, seguramente, por todo ello junto. Viendo Alarico la precaria situación en que quedó Occidente al desaparecer la única persona capaz de oponérsele, el rey godo decidió arremeter contra el cobarde Honorio, el cual se refugió en tras lo muros de la ciudad pantanosa de Rávena, dejando paso expedito a las hordas godas hasta las mismas puertas de Roma. Durante casi tres años Alarico sitió la ciudad, negociando con el Senado y exigiéndole a Honorio el cargo de magíster militum que había dejado libre el difunto Estilicón ,cargo que jamás le fue concedido. En cambio, el senado sí que aceptó pagar un alto tributo para garantizar la retirada bárbara pero el emperador, agazapado desde su residencia inexpugnable de Rávena, desautorizó dicho pago. Esta es otra prueba evidente de que no todos los bárbaros quisieron conquistar Roma, muchos querían ser y participar de una Roma decadente para salvarla de ella misma. ¡Y lo que más podía enfurecerles es que sus gobernantes no se lo permitiesen!

El 24 de Agosto del 410 los hombres de Alarico entraron en Roma por la Porta Salaria, parece ser que con la connivencia de algunos esclavos. No fue un saqueo más de tantos que se produjeron en la Antigüedad. Aquel primer saqueo de la Roma clásica no fue excesivamente violento, como podemos estereotipar, pero supuso una tremenda conmoción política e ideológica en el mundo antiguo. Desde que el galo Breno, siete siglos atrás, entrara en la Roma republicana la ciudad había permanecido inviolable a cualquier agresión bárbara. Era el símbolo del poder inmortal del Imperio y de la superioridad militar de Roma. Para muchos historiadores este hecho supone el principio del fin de la era romana…
Esta frase se le atribuye al rey bárbaro:
Desde que tomé Roma en mis manos, nadie ha vuelto a menospreciar el poder de los godos. Lo que impulsó el afán de conquistas y el deseo de aventuras dio grandeza a un pueblo necesitado de patria.
Poco tiempo pudo disfrutar aquel bravo caudillo su trascendental conquista. Tras el saqueo a conciencia de la Urbe durante tres días y de llevarse como botín incluso a la hermanastra del emperador, Gala Placidia, el rey godo vio en las reservas de grano de África un seguro para el hambre que había arrastrado su pueblo. Tomó camino en dirección a Regio para embarcar hacia esa nueva conquista. La muerte le sorprendió en Cosentia (Cosenza, Calabria) pocos meses después cuando sólo contaba aún con 35 años de edad.

En u comentario del propio autor pone :

Murio de algo para lo que su recia constitución germánica no estaba preparada: La malaria. Las fiebres le mataron en Cosenza justo antes de emprender su nueva campaña africana.
Los generales de Alarico no quisieron que el cuerpo de su rey pudiese caer en manos romanas, por lo que idearon un plan inaudito: Durante días miles de esclavos trabajaron para desviar el curso del río Busento hasta que su lecho quedó al descubierto. Cavaron allí la tumba del rey y después rompieron el dique que retenía las aguas, quedando la sepultura del gran Alarico a salvo de profanadores.
Los esclavos fueron sacrificados para que nadie pudiese desvelar el lugar exacto donde reposaban los restos de Alarico.
Épico hasta en su viaje al más all


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en WIKIPEDIA

Alarico I


Alarico I, reproducción fotográfica de 1894 de una pintura de Ludwig Thiersch.
Alarico I (gótico Alhareiks), nacido en la isla de Peuce, en el delta del Danubio en el año 370 y fallecido en Cosenza en el año410, fue rey de los visigodos (395410) de la dinastía baltinga, hijo del caudillo visigodo Rocesthes.1

Contenido

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[editar]Biografía

La fecha de su nacimiento se discute, dando los estudiosos como fechas probables el 370 y el 375.
Su infancia transcurrió en el interior del Imperio romano, pues su pueblo había conseguido un pacto con el emperador Teodosio I y estaban asentados como foederati en Moesia desde el año 382 (tras los acontecimientos que llevaron a la insurrección de los godos y la derrota y muerte del emperador de Oriente, Valente, en la Batalla de Adrianópolis en 379).2
Acaudilló un ejército visigodo aliado de los romanos (387–395), y se proclamó rey (395–410) coincidiendo con la muerte de Teodosio I y sin que sus herederos (Arcadio y Honorio) ciertamente se enteraran. Según las crónicas de San Isidoro, «Los godos, rehusando el patrocinio de foedus romano, constituyen en asamblea a Alarico en rey suyo, juzgando que era indigno ser súbdito del poder de Roma, de cuyas leyes y compañía se habrían separado vencedores en la batalla». El rey Alarico fue crucial en el proceso de descomposición del Imperio romano de Occidente.3
En el año 396 condujo las hordas visigodas a través de MacedoniaTraciaFócida y Beocia, atacando y arrasando las ciudades griegas de CorintoEspartaArgos y Megara, amenazando al gobierno de Constantinopla, pero, atacado por Estilicón, se vio forzado a replegarse. Estilicón tenía problemas con Arcadio y con la creciente influencia de su favoritoRufino, que acabaría asesinado. El joven emperador Arcadio encontraría una solución pactando con los visigodos, y consigue asentar a Alarico y sus gentes en Iliria, zona que pertenecía por entonces al imperio oriental, pero que se disputaba con la parte occidental por su proximidad a Italia. Esto pasó el problema visigodo de la zona oriental del imperio a la occidental, al alejar al peligroso Alarico de Constantinopla, y enervó a Estilicón que acabó por desentenderse de cualquier problema oriental o de Arcadio. En el año 400, envalentonado y descontento con sus nuevas tierras, quizás ansioso de poder, Alarico marchó sobre Italia para ser detenido por Estilicón, quien lo derrotó en Verona y el 6 de abril de 402 en la definitiva batalla de Pollentia forzándolo a retirarse de Italia.
Es probable que Alarico y Estilicón tratasen una tregua o alianza para hacer frente a los problemas que estaban destruyendo la parte occidental del Imperio (vándalos y godos en el norte de Italia, insurrección de las tropas de Britania y pronunciamientos de militares que se proclamaban césares, y, además, suevos, vándalos y alanos cruzando el Rin en 406). Lo cierto es que Estilicón cayó finalmente en desgracia, y el emperador Honorio acabará por mandar su ejecución en 408. Los visigodos de Alarico, aprovechando la débil situación del Imperio de Occidente, fuerzan al emperador Honorio a refugiarse en la inexpugnable ciudad de Rávena y marchan de nuevo sobre Italia, llegando incluso a saquear la ciudad de Roma en agosto del año 410 (tras tres asedios e intentos frustrados de llegar a un acuerdo con Honorio). Alarico reclamó al emperador Honorio ser nombrado general de los ejércitos del Imperio (magister militum), pretensión que no vería jamás cumplida. Sin embargo, de Roma se llevó como botín a la hermanastra del emperador, a la princesa Gala Placidia.
Desde que tomé Roma en mis manos, nadie ha vuelto a menospreciar el poder de los godos. Lo que impulsó el afán de conquistas y el deseo de aventuras dio grandeza a un pueblo necesitado de patria.
Alarico I, rey de los visigodos

Alarico siendo entrerrado, obra de 1895 por Heinrich Leutemann.
Aquel primer saqueo de la Roma clásica conmocionó al mundo civilizado de aquel tiempo, como se desprende, por ejemplo, de la obra de San Agustín, obispo de la ciudad de Hipona. Alarico empezó a soñar con el norte de África, por lo que partió hacia la Reggiana con la intención de embarcar hacía el «granero de Roma». Quizás una gran tormenta se lo impidió, lo cierto es que los visigodos eran un pueblo aguerrido y endurecido, pero no destacaban precisamente por sus conocimientos náuticos, así que el paso a África no dependía de ellos. Además, la Fortuna no le sonrió, y Alarico encontrará la muerte prematuramente en Cosenzaa la edad de 35 años.
Alarico se casó con una hija de su tío y anterior rey de los visigodos, Atanarico II, y fue suegro del futuro rey Teodorico I y padre de una hija que casó con Brond, rey de los anglosajones. Estos últimos fueron padres de Friwin de Morinie, bisabuelo de Cerdic de Wessex, fundador de la Casa Real de Wessex en Inglaterra.
Aunque se habla de él como el primero de los reyes visigodos, fue más bien un caudillo militar y nunca llegó a pisar la península Ibérica. La línea de reyes godos empieza propiamente con su sucesor, primo y cuñado, Ataúlfo, que, casado con Gala Placidia en 414, encontró la muerte en la ciudad de Barcino en 415. Sin embargo, lo cierto es que aunque el Reino visigodo de Tolosa como estado federado de Roma (418–476) estaba asentado en la Aquitania secunda, por lo que su política e intervenciones militares quedaban lejos de Hispania, las intervenciones de Teodorico I (418–453) en Hispania van a ser numerosas, ya sea como pueblo federado de Roma o por iniciativa propia. A pesar de todo, sólo tras la derrota visigoda en la batalla de Vouillé y el periodo llamadointerregnum visigodo (507–549), tendrá lugar el nacimiento del Reino visigodo de Toledo.

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